8.2.07

FLORA y FAUNA


Flora

La formación selvática se presenta densa y muy diversificada en especies cuyas alturas variables determinan los diferentes estratos de vegetación enmarañada con enredaderas, trepadoras y epífitas.
Los bosques y montes naturales ocupan casi la mitad de su superficie y se encuentran muy alterados en sus condiciones originales por la tala selectiva o el uso agrícola.
La riqueza florística de la Selva Misionera sorprende hasta al lego en la materia.
Se conocen unas 2000 especies de plantas vasculares, entre las que se hallan unas 90 clases de árboles de gran porte, y alrededor de 150 especies arbóreas menores y arbustivas.
Por definición, una selva está compuesta por numerosos estratos de vegetación, cada uno caracterizado por un grupo particular de especies, tanto animales como vegetales.
El llamado dosel o techo de la selva está situado entre los 10 y 20 m. de altura, y lo conforman especies arbóreas de gran porte como el guatambú blanco, el laurel negro y la cancharana.
Los acompañan dos palmeras: la pindó y el palmito, junto al aguay, el laurel amarillo y el peteribí.
Superando esta densa capa se encuentra el estrato de los emergentes, los gigantes de la selva, formado por el palo rosa , el incienso, el ibirá-pitá, el rabo molle, el alecrín y el timbó.
El estrato intermedio está constituido por todos los renovales de las especie mencionadas, por árboles de menor porte, y por los llamativos helechos arborescentes, vestigios vivientes de épocas prehistóricas.
Por debajo de este estrato hallaremos el arbustivo, dominado entre otras numerosas especies, por las bambúseas, parientes de la caña bambú como la gigantesca caña tacuaruzú, las menores como la yatevó y tacuapí y la trepadora tacuarembó.
Estas especies forman frecuentemente cañaverales impenetrables.
El estrato herbáceo, está compuesto principalmente por gramíneas, pastos y se encuentra tapizado por materia orgánica en descomposición, sobre la cual proliferan infinidad de líquenes, musgos y hongos, esta microcomunidad forma el llamado estrato muscinal.
Una enorme variedad de plantas que se aferran a troncos y ramas constituyen el estrato de las epífitas.
Finalmente, y conectando esta multitud vegetal se encuentran las lianas y enredaderas que vegetan sobre las ramas de los árboles más altos y descienden con sus raíces hasta el suelo selvático.
Hallaremos también una pequeña muestra del Distrito de las Selvas Mixtas, representado por las comunidades de laurel negro, guatambú blanco y pino.
Esta última especie forma el estrato arbóreo superior en forma dominante.
Otro vegetal frecuente en estas selvas es la yerba mate, que en su estado natural crece con el porte de un árbol, que llega a tener unos 15 m. de altura.
Es más frecuente, sin duda ver a esta planta cultivada, donde no sobrepasa el tamaño de un pequeño arbusto.
Acompañan al pino árboles como el marmelero, vasouriña, guariroba, maría preta, entre muchos otros que forman el estrato arbóreo de media altura.
En el estrato arbustivo llaman la atención los hermosos helechos arborescentes, que pueden llegar a los 4 metros de altura.
Es dable observar en esta selva virgen la característica florística que la distingue del bosque, el sotobosque o estrato inferior.
Es un recurso natural de gran importancia económica, pues de ella provienen las maderas para mueblería y ebanistería, guatambú, para la carpintería naval, incienso y timbó, esencias y extractos para perfumería, y hasta frutos comestibles, palmitos.


Fauna
Son pocas las provincias que pueden ofrecer una fauna silvestre tan abundante y variada como la misionera.
En cuanto a los mamíferos, la mayoría son de pequeño y mediano porte, como el gato tigre, la corzuela roja, el mono caí, la paca, y una gran variedad de roedores.
La variedad de animales presentes está íntimamente relacionada con la diversidad ambiental.
Las aves resulta el grupo más numeroso dentro de los vertebrados.
Se comprobó la presencia del coludito de los pinos, pequeña ave que se encuentra asociada a los bosques naturales de pino paraná perdices, martinetas, garzas, flamencos, patos, teros, palomas, loros, catas, carpinteros, horneros, golondrinas, urracas, cardenales, etc.
Tengamos en cuenta que en la provincia de Misiones se han registrado unas 500 especies y en la Argentina unas 1000, cifras que evidencian la enorme biodiversidad que sostiene este ecosistema.
Existe todo un grupo de especies de hábitos especialmente terrícolas, con poca capacidad de vuelo, que recorren el suelo de la selva.
Ejemplo de ello son los inuambúes, el mayor de los cuales es el macuco.
En el dosel selvático, en cambio, se mueven aves principalmente frugívoras, como los tucanes toco o grande, rojo y amarillo, arasaríes y una enorme variedad de pequeñas aves multicolores como los tangaráes y fruteros.
Por encima del techo vegetal las grandes rapaces como el águila harpía, águila monera, y las águilas crestudas utilizan como atalayas las gigantescas copas de los árboles emergentes, vigilando los movimientos de monos y otras especies arborícolas que constituyen su alimento.
Otra gran variedad de especies de hábitos acuáticos ocupan los innumerables riachos y el mismo río iguazú.
En todos los estratos selváticos están presentes los anfibios, los reptiles, culebras y víboras.
Se destaca el yacaré overo, que suele ser visto asoleándose sobre las costas barrrosas, a veces junto a tortugas de río, entre las víboras se destacan la coral verdadera y la muy venenos a yararácuzú boas, lagartos, tortugas, sapos, escuerzos, ranas, e insectos, se hallan muy bien representados.
Muchas especies de mamíferos están adaptados a condiciones semiacuáticas de vida.
Ejemplo de esto es la curiosa cuica de agua, de la familia de las comadrejas, el lobito de río y el ya escasísimo lobo gargantilla.
Esta última especie, que llega a tener 2 m. de longitud, es conocido también con los nombres de lobo grande, ariranha en Brasil y nutria gigante del amazonas, ya que en esa región de Sudamérica aún es abundante.
Entre los vertebrados de tierra firme figuran el tapir o anta, el oso hormiguero grande, las corzuelas, de las cuales hallamos dos especies: la enana y la colorada, el pecarí labiado, la paca y el agutí.
Un grupo particularmente diverso es el de los carnívoros, liderado por el de mayor porte: el yaguareté o tigre americano, que está acompañado por el puma, el ocelote, el gato montés los gatos menores como el chiví, margay y yaguarundí, el hurón mayor, el mayuato, el perro o zorro vinagre, zorros, zorrinos, murciélagos, comadrejas, y ardilla gris misionera.
Las especies de hábitos arborícolas forman otro grupo aparte, como el oso melero o tamanduá, el coatí, el coendú, y el mono caí.
La fauna ictícola es de una gran riqueza destacándose el surubí y el dorado uno de los ejemplares más perseguidos por la pesca deportiva.
El grupo de los peces está también muy diversificado.
Se encuentran bien diferenciados en dos grupos: los que habitan aguas arriba de las cataratas y los de aguas abajo.
Esa formidable barrera natural ha permitido la diferenciación de especies exclusivas del curso superior del río Iguazú, ya que hasta allí no llegan los grandes peces carnívoros del Paraná, como el Dorado.
El elenco faunístico se completa con una cantidad aún no determinada de insectos.
Miles de especies pueblan los ríos, la selva y el suelo.
La familia más vistosa es sin duda la de las mariposas; algunas sorprenden al visitante por su tamaño, otras por su gran variedad de colores y formas.

LA SELVA MISIONERA
Informacion suministrada por www.enelcamino.com.ar
Las dos formaciones de selva subtropical con que cuenta la Argentina tienen la cualidad de reunir la mayor biodiversidad de nuestro territorio. De las dos, la selva austrobrasileña —la otra es la tucumano-oranense, que ingresa desde Bolivia y se extiende hasta el este de Catamarca— es la que ocupaba gran parte de la provincia de Misiones y que hoy se encuentra confinada en reservas provinciales y en el Parque Nacional Iguazú, constituyendo la otra gran maravilla turística de la región. Antes de salir a caminar por un sendero, conviene conocer algunas características de la selva misionera. Por ejemplo, que la comunidad vegetal exhibe cuatro estratos definidos: el de los gigantes o emergentes, árboles mayo-res de 30 metros de altura en realidad, pueden superar los 50 metros—; el alto, de 20 a 30 metros de altura; el medio, entre 10 y 20 metros; y el bajo, con árboles de 10 metros o menos. Asimismo, si miramos hacia el piso descubriremos también estratos de bambúceas, uno arbustivo, uno herbáceo y uno de muscina L. Sin embargo, contra lo que podría suponerse, los suelos no son tan fértiles. En efecto, si bien la productividad primaria deja un abundante residuo de hojas, la excesiva acidificación dificulta los procesos bacterianos y determina la escasez de humus.
Si a ello le agregamos un régimen torrencial de precipitaciones y una tala abusiva, veremos que los suelos quedan expuestos a un proceso de erosión que resulta devastador para la selva. De este modo sus moradores más grandes —el yaguareté, el puma, el gato tinca, el zorro gris, el paca, el coatí, el oso hormiguero y el tapir— corren el riesgo de desaparecer, al igual que las 400 especies de aves y los millones de insectos, como las mariposas, que estallan en mil colores cada primavera. Respecto del clima en la selva, dada su posición latitudinal y la altura sobre el nivel del mar es menos caluroso que el de otras selvas del planeta. Así, aun cuando se hayan producido temperaturas máximas superiores a los 40* C en enero, durante la noche desciende varios grados. Contribuye a esa moderación térmica la exuberante vegetación.
Si estudiamos un poco la selva que rodea los senderos, advertiremos la presencia de las plantas epífitas mencionadas, que se desarrollan en las copas, ramas y troncos de los árboles, dejando caer sus raíces aéreas de varios metros de longitud.
Las más interesantes son las orquídeas —en la selva las hay de los colores y tamaños más diversos—, pero encontraremos también el guaimbé, una arácea de gran tamaño cuyas raíces se descuelgan por los troncos—; las bromeliáceas —por ejemplo, los claveles del aire—; y el caraguatá. La selva misionera ocupa 27.000 km cuadrados de la provincia de Misiones y es el último tramo de la selva austrobasileña.
Realizar un sobrevuelo sobre este territorio permitirá comprobar su sistemática destrucción sin que nadie se muestre capaz de detenerla o de revertir el proceso; toda una tragedia si analizamos sus funciones ambientales:
1) Retener la humedad y regular la infiltración de agua en los suelos de una zona de grandes precipitaciones. 2) Aportar vapor de agua a la atmósfera, lo cual evita la desertificación. 3) Fijar los suelos, impidiendo la erosión de los perfiles superficiales. 4) Constituir el hábitat y refugio de la fauna silvestre. 5) Contener especies arbóreas muy valiosas y casi únicas. 6) Albergar un banco genético insustituible por la alta variedad de especies endémicas.
Más de 2.000 especies de flora y unas 400 de fauna poblaban la selva misionera. Cabria preguntarse si todavía estamos a tiempo de evitar su completa desaparición.

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